Sí, mi gran regreso a mi casita fue bastante complicado, aunque eso no me es impedimento para realizar mi gran crítica a fondo de la querida y ponderada Piedra de Reunión.
Sin embargo, con la llegada de la cuarentena a Curacautín todo se nos hizo bastante complicado en absoluto (Ni crean que esto salió gratuito) pero en fin, empecemos...
RELATO EN PRIMERA PERSONA
Mis últimos días en Curacautín sin lugar a duda fueron bastante increíbles, estuve recorriendo en mis inicios con el forreteaje de los jabalíes que recorrían felices en el sector, solo basta de echarles maíz para que comiesen un poco.
El jabalí es uno de los animales que es el más introducido por el hombre en una zona donde pondera el frío y las montañas, de él se extrae la manteca, la carne con la que se hace el típico chorizo español de jabalí.
Aunque no me crean, pasear por los paisajes en medio del suelo ya cosechado en donde se oye el pasto en medio de las ruedas del auto en que me llevaron, era bastante sorprendente, en medio de los álamos y robles que se podían ver en la zona, estaba además el tradicional arriero que se encargaba de llevar a los animales a sus respectivas zonas, incluyendo una privilegiada vista a la ciudad.
Por medio de los caminos de tierra, pasando al ripio expectante que luego se hace pavimento, una duda... ¿Les conté de que el Tropezón era un camino bastante empinado y riesgoso? Pues me tiene la memoria que era un lugar donde en sus tiempos los borrachos se caían de la empinada colina luego de tomar.
¡Parece gracioso!
Pero en fin, conocer estos lugares demuestra que la zona se está llenando de una fina estampa que no cabe duda que se va a prevalecer en el presente.
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